“Inició la Cuaresma…Seamos Discípulos Misioneros”
Mensaje del Presidente
Misa Miércoles de Ceniza al iniciar la Cuaresma 2014
Vídeo producido por Católica Televisión.
Queridos hermanos y hermanas, durante el Miércoles de Cenizas Dios Padre, Cristo Hermano y el Espíritu Santo que nos brinda consuelo y anima nuestra vida nos convoca a iniciar, de nuevo, el período privilegiado e intenso de la Cuaresma. Y este año lo hacemos dentro del llamado a la Nueva Evangelización y dentro de la Misión Continental… aquí y ahora en PR, aquí y ahora en nuestra Universidad. Es un llamado a examinar detenidamente nuestra necesidad de conversión personal, comunitaria y pastoral.
Esta convocatoria se inició en Aparecida, Brasil en el 2007 y les propongo que la hagamos nuestra en esta Cuaresma:
- Buscar un fin claro: una Iglesia en la que todos sus miembros sean misioneros; y que sus comunidades e instituciones sean lugares de comunión misionera. La PUCPR casa y escuela de comunión misionera.
- Tener un plan evangelizador: formar misioneros para la vida del mundo, misioneros en nuestra Universidad.
- Comenzar con el Principio y Fundamento del que nos habla San Ignacio: el encuentro con Jesucristo vivo
- Realizarla dentro de la Iglesia: ser y formar discípulos misioneros de Jesucristo en la comunión de la Iglesia.
El Documento Conclusivo de Aparecida en el 226 presenta los objetivos de la Misión Continental:
a) “La experiencia religiosa. En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerygmático y el testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio de vida integral. No se trata de un encuentro cualquiera, superficial, de paso. Uno de los principales desafíos de la Misión Continental es suscitar un encuentro tan personal y profundo con Jesucristo que impacte, conmueva, renueve y vitalice a quienes se acerquen a su persona y a su misión.”
b) La vivencia comunitaria. Nuestros fieles buscan comunidades cristianas donde sean acogidos fraternalmente y se sientan valorados, visibles y eclesialmente incluidos. Es necesario que nuestros fieles se sientan realmente miembros de una comunidad eclesial y corresponsables en su desarrollo. Y de nuevo No se trata de un encuentro cualquiera, superficial, de paso. El encuentro con el Señor Jesús no es nunca solo y aislado. Siempre procede de la comunión y nos lleva a la comunión. Se vive en la Iglesia y con la Iglesia, como lo realizó Jesús y como también lo hizo San Pablo en las comunidades que formó.
c) La formación bíblico-doctrinal. Junto con una fuerte experiencia religiosa y una destacada convivencia comunitaria, nuestros fieles necesitan profundizar el conocimiento de la Palabra de Dios y los contenidos de la fe, ya que es la única manera de madurar su experiencia religiosa. En este camino, acentuadamente vivencial y comunitario, la formación doctrinal no se experimenta como un conocimiento teórico y frío, sino como una herramienta fundamental y necesaria en el crecimiento espiritual, personal y comunitario.
d) El compromiso misionero de toda la comunidad. Ella sale al encuentro de los alejados, se interesa por su situación, a fin de reencantarlos con la Iglesia e invitarlos a volver a ella.”
Les propongo que hagamos nuestra la oración con que el Papa Francisco finaliza la Exhortación apostólica La Alegría del Evangelio. Como verán, esta oración recoge los sentimientos que nos acompañarán durante la Cuaresma:
“Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu,
acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe,
totalmente entregada al Eterno,
ayúdanos a decir nuestro «sí»
ante la urgencia, más imperiosa que nunca,
de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.
Tú, llena de la presencia de Cristo,
llevaste la alegría a Juan el Bautista,
haciéndolo exultar en el seno de su madre.
Tú, estremecida de gozo,
cantaste las maravillas del Señor.
Tú, que estuviste plantada ante la cruz
con una fe inquebrantable
y recibiste el alegre consuelo de la resurrección,
recogiste a los discípulos en la espera del Espíritu
para que naciera la Iglesia evangelizadora.
Consíguenos ahora un nuevo ardor de resucitados
para llevar a todos el Evangelio de la vida
que vence a la muerte.
Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, de la cual eres el ícono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización,
ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,
del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,
para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz. Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños,
ruega por nosotros.
Amén.”
Hermanos … hermanas…¡Con la alegría del evangelio en nuestros corazones salgamos a caminar juntos esta jornada cuaresmal de la mano de María y con la mirada fija en Jesús!