“Escribamos nuestra ‘historia sagrada’ personal y comunitaria”
Mensaje del presidente de Inicio de Curso 2019
Iniciamos un nuevo año académico en nuestra Universidad en medio de un contexto muy distinto del que tuvimos al iniciar el año 2018-2019. En las pasadas semanas todos vivimos, de una manera u otra, la indignación colectiva al enfrentar la realidad que aquellos que nos representaban habían traicionado los valores que consideramos esenciales para nuestra vida de pueblo. La corrupción, la mentira, el engaño, las componendas y las faltas a la dignidad del ser humano dirigían la gobernanza de nuestro pueblo. Estar atentos a cómo se atienden los reclamos de La Gran Marcha sigue siendo una agenda inconclusa. Nuestra Universidad ya está reflexionando sobre cómo desarrollar plataformas para, desde nuestra identidad y misión, contribuir a la atención a los reclamos del pueblo: mayor responsabilidad, transparencia e integridad. Podemos contribuir también a la capacitación del liderato político y así lo haremos.
Al reflexionar lo que hemos vivido claramente vemos, de nuevo, la importancia de los procesos educativos. ¿En qué fallaron los procesos de formación de estas personas que los llevaron a anteponer sus deseos personales a los del bien común y fueron capaces de lesionar la dignidad de otras personas? ¿En qué momento decidieron darle la espalda a Dios y a su propuesta de fe, esperanza y caridad? Recientemente me invitaron a dar una charla a una comunidad. Enfoqué mi presentación en el concepto de “historia sagrada”. ¿A qué me refiero con esta expresión? Les dije que cada persona tiene su “historia sagrada” … la historia de su vida que está llena de momentos, sucesos, eventos, encuentros, cumbres y hondonadas en las cuales nos hemos encontrado con Dios. A veces los reconocemos con mucha claridad y otros con menos. Invité a la audiencia a pensar y a escribir cómo ha sido su “historia sagrada”; a recordar cuándo empezaron a tener conciencia de la presencia de Dios en sus vidas, quiénes fueron esas personas que les fueron “presentando” a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo. Los invité a recordar cómo Dios se les hizo presente en su vida ordinaria y cómo se fue hilvanando su “historia sagrada”.
El papa emérito Benedicto XVI en una homilía al consagrar el altar del famoso templo Sagrada Familia en Barcelona recordaba cómo Dios se nos revela en nuestra historia, dijo “Hemos dedicado este espacio sagrado a Dios, que se nos ha revelado y entregado en Cristo para ser definitivamente Dios con los hombres. La Palabra revelada, la humanidad de Cristo y su Iglesia son las tres expresiones máximas de su manifestación y entrega a los hombres”. ¿Cuándo y cómo empezamos a conocer la Palabra revelada de Dios? ¿Cómo y cuándo nos fuimos encontrando con Cristo encarnado en nuestra humanidad? ¿Cuándo y cómo entendimos que Cristo está presente aquí y ahora en su Pueblo… en los hermanos?
Y también debemos mirar la “historia sagrada” de nuestra Universidad. ¿Cuáles han sido los momentos, sucesos, eventos, encuentros, cumbres y hondonadas en nuestra Universidad en los cuales hemos claramente visto la presencia real y el acompañamiento de Dios? ¿Hemos sido librados de la esclavitud, al igual que el pueblo sagrado de Israel? ¿A qué hemos sido llamados, en particular en la actual circunstancia? ¿Quiénes han sido nuestros profetas?
Y tenemos un reto como profesores en la Pontificia Universidad Católica de P.R. Recientemente dos sacerdotes jesuitas, Nicolás Steeves y Gaetano Piccolo escribieron un interesante libro sobre lo que ellos llaman “El difícil arte de la predicación”. y lo titularon Y yo te digo: ¡Imagina!. En este enfatizan en la importancia de predicar de tal manera que la gente comprenda los contenidos utilizando un lenguaje que les sea accesible “Quien predica se encuentra, por ejemplo, ante la necesidad de traducir términos como ‘salvación’, ‘redención’ , ‘conversión’ o ‘vida eternal’. ¿De qué modo pueden comprender los miembros de la comunidad universitaria hoy el sentido de estas palabras?”. Nuestra historia sagrada personal y comunitaria, es decir nuestra experiencia de Dios, en sus múltiples formas de encuentro y comunicación, pasa por comprender claramente cómo esta experiencia de Dios se traduce en “conversión”, salvación” y “vida eterna”. ¿Podemos identificar en el desarrollo de nuestra vida las instancias de conversión, de presencia real del Espíritu Santo actuando y transformando nuestro ser? Al igual que el pueblo de Israel ¿hemos vivido la experiencia de la liberación personal de la esclavitud? ¿Hemos sentido la llamada de Dios? ¿Hemos reconocido los profetas que Dios nos ha enviado en nuestros tiempos?
Querida comunidad universitaria les propongo que busquemos el espacio para orar, recordar y comenzar a escribir nuestra “historia sagrada” personal…y comunitaria ¿Cuándo comenzó? ¿Quiénes han estado junto a cada uno de nosotros? Me luce que será un ejercicio intenso de agradecimiento a Dios. ¡Ánimo!