Una mirada al problema de la violencia: la perspectiva institucional
Juristas analizan la problemática desde la perspectiva del Estado y la lucha anticrimen.
El Instituto de Doctrina Social de la Iglesia presentó el conversatorio Una mirada al problema de la violencia: la perspectiva institucional. El propósito de este encuentro fue atender el problema de la violencia criminal desde la perspectiva del Estado y de la lucha anticrimen. Para este análisis fueron ponentes el Hon. Domingo Emmanuelli Hernández, secretario de Justicia de Puerto Rico y la Lcda. Sonia Vélez Colón, profesora universitaria y jueza retirada del Tribunal de Apelaciones de Puerto Rico.
“El problema de la violencia en Puerto Rico es uno muy complejo. Como se discutió en este conversatorio, la desigualdad social y la falta de oportunidades de desarrollo reales para las clases más marginadas contribuyen a la violencia relacionada con el narcotráfico. Pero también hemos perdido el norte como pueblo. Nuestros valores están trastocados y vivimos en una sociedad donde la intolerancia y el egoísmo imperan. Si deseamos combatir esa cultura de intolerancia tenemos que empezar a sanear nuestras familias, a fortalecer sus lazos afectivos y sus modelos de vida. Hay que trabajar con la salud mental de nuestros hermanos, la cual se encuentra en precario. Parece una tarea titánica, y en cierto modo lo es, pero se puede realizar si cada uno, desde nuestro entorno inmediato, comenzamos a practicar la fraternidad humana a la que nos llama el papa Francisco” sostuvo el Lcdo. Israel Santiago Lugo, director del Instituto de Doctrina Social de la Iglesia de la PUCPR.
En su intervención Emmanuelli Hernández reconoció a la seriedad del problema de la violencia en el País. “El tráfico desmedido de narcóticos, la cultura violenta y la falta de oportunidades educativas reales para muchos jóvenes puertorriqueños son factores que contribuyen al mismo. La violencia en Puerto Rico es principalmente producto del narcotráfico y de la violencia doméstica. A diferencia de Estados Unidos y otros países, en Puerto Rico no hay cultura de violencia racial o de supremacía blanca. No obstante, la corrupción es una manifestación de la violencia que causa gran daño a la autoestima colectiva” destacó.El secretario propuso como alternativas una mejor administración de los recursos del Departamento de Educación que lleve la mayor cantidad de fondos al salón de clases. Además, se expresó en favor de un modelo de justicia que enfatice más en proveer oportunidades de rehabilitación a los confinados y menos en cadenas larguísimas de cárcel que nadie podrá cumplir.
Por su parte, la Lcda. Vélez expresó “Compartir con el más alto funcionario del Estado, el Hon. Domingo Emanuelli, secretario de Justicia, acerca de esta mirada al tema de la violencia fue un honor y muy revelador. Sin duda, los puntos relevantes son comunes y nos inspiran a no claudicar en la consecución de eliminar todo vestigio de violencia. La cultura de paz, amparada en la protección de los derechos humanos y guiada por el propósito de erradicar las desigualdades, de integrar a todos los miembros del grupo social, enfocada a la protección de los más vulnerables, esa es la meta para sociedades sanas. Para perseguir la paz, hay que reconocer y entender los conflictos que la impactan y la destruye. La violencia, es sin duda la mayor amenaza para la convivencia pacífica y respetuosa. Y es importante reconocer sus modalidades. La violencia directa, física, visible, la agresión que reviste carácter brutal, exterior o sicológico y doloroso es fácilmente reconocible y es impermisible. Entonces está aquella otra, que nace de las estructuras institucionales, que produce un daño ante la incapacidad de nuestros entes gubernamentales en atender la satisfacción de las necesidades humanas básicas. Finalmente, hay otra que justifica y reprime las otras dos, las posiciones religiosas, ideológicas o de valores errados que nos hablan de la mala suerte o de aceptar los designios del destino”.
“Es inevitable que Puerto Rico como país diverso en tantas áreas, social, cultural, política y económica, atraviese siempre por situaciones muy complejas, lo que nos obliga a reconocer e identificar los indicadores que contra una vida satisfactoria produce la violencia individual y colectiva. Es necesario, sin embargo, registrar lo que salta a la vista: un estatus colonial que nos reprime, nos llena de miedos y dependencia, la violencia de género y la violencia doméstica, los feminicidios, los asesinatos, el tráfico de armas ilegal, el narcotráfico y uso de sustancias ilegales, la corrupción gubernamental y la corrupción de los entes privados, la pobreza, el problema de salud, incluyendo la salud mental y el problema de vivienda, la agresión a nuestros recursos naturales, la falta de respeto a nuestra dignidad y el que no se nos permita reconocer nuestra propia identidad. Son demasiadas las situaciones a reseñar, pero frente a ellas debemos tener la capacidad de educarnos. Hay que reducir la pobreza y reconocer el valor del trabajo digno, promover la justicia social, equidad y solidaridad. Trabajar con las comunidades marginadas y potenciarlas reconociendo sus necesidades con alternativas en las que se escuchen sus propias voces. Rechazar de manera absoluta toda corrupción y requerir de nuestros líderes el más alto sentido ético. Un sistema educativo que sea, junto a sus administradores, punto de enlace de padres, madres y estudiantes, incorporando un currículo con perspectiva de género. Nuestro país será mucho mejor cuando revisemos nuestras actitudes y entendamos nuestro papel en la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria, más generosa, respetuosa de los demás y, por lo tanto, más feliz” añadió.
El conversatorio se llevó a cabo el 6 de junio de 2022.