Dar gracias a través de compasión, tolerancia y solidaridad
Acción de gracias como acto de amor
Por: Celimer M. Torres
El trabajo social, desde sus inicios, surge como una disciplina para servir a los demás. Esa es la esencia básica y fundamental de la profesión. Especialmente el trabajador social tiene el compromiso ineludible de hacer labor social o comunitaria no solo por estar fundamentada en el servicio, sino porque con estas acciones se contribuye al cambio en la sociedad.
Los estudiantes de Trabajo Social, y las diferentes organizaciones estudiantiles de las que forman parte, se dan a la tarea de realizar diversas actividades de ayuda comunitaria varias veces al año. Desde su práctica profesional, llevada a cabo en diferentes centros enfocados en el servicio comunitario, los estudiantes se adiestran para promover cambios en su entorno. Con sus intervenciones ponen en práctica el amor al prójimo planificando eventos y actividades dirigidas a reconocer y proteger a poblaciones tales como personas sin hogar, niños maltratados, envejecientes y mujeres víctimas de violencia doméstica. También atienden situaciones surgidas en residenciales públicos, comunidades y escuelas, entre otros.
Estás experiencias diversas, no sólo fortalecen en los estudiantes sus destrezas profesionales, sino que los hacen madurar y ser mejores seres humanos, capaces de brindar amor y protección. “Los estudiantes se sientes llenos y alegres, sienten que son parte de la solución y no del problema. Los Trabajadores Sociales estamos adiestrados para promover cambios. Recuerda: “mismas acciones, mismos resultados”. Entiendo que mas allá de ver grandes cambios, nos dirigimos al reconocimiento de pequeños cambios para el logro de una meta. Educamos a los participantes para que reconozcan sus fortalezas y la confianza en ellos. No les damos paso a la indiferencia, ni a la desesperanza. Reconocemos en ellos la dignidad de la persona humana y los hacemos sentir acogidos y acompañados en sus luchas diarias” sostuvo la Profa. Glorymel Rosado, miembro de la facultad de Trabajo Social y supervisora de práctica.
Con estas experiencias los jóvenes logran tener un encuentro íntimo con las necesidades de su prójimo y utilizan lo mejor de ellos para ayudar y mejorar la calidad de vida de sus participantes. Logran internalizar y vivir la importancia de la compasión, la tolerancia, la solidaridad, la humanidad y el bien común.
“Estos valores son necesarios en el Puerto Rico de hoy. Cuando los profesores observamos y vemos esta realidad sentimos que estamos cumpliendo con nuestra labor de una formación holística del ser humano. Ya lo dice el Papa Francisco: Un Pastor debe oler a ovejas. Nosotros no nos conformamos con hacer lo que nos toca, queremos hacer la diferencia. Creemos en que la realidad social puede ser diferente, asumimos posturas y tomamos acción” finalizó la trabajadora social.